En su artículo publicado en la Revista ibero americana de educación[1], Javier Echeverría presenta la siguiente hipótesis: “ Las NTIT posibilitan la construcción de un nuevo espacio social, el tercer entorno (E3), cuya estructura es muy distinta a la de los entornos naturales (E1) y urbanos (E2) en donde tradicionalmente se ha desarrollado la vida social, y en concreto la educación”[2][1].
Estas nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones son el teléfono, la televisión, la radio, el dinero electrónico, las redes telemáticas –con Internet como la red más avanzada-, las tecnologías multimedia, los videojuegos y la realidad virtual. Todas ellas representan mucho más que un cambio en la forma de transmitir información y conocimientos, han provocado transformaciones estructurales en la forma de interactuar de las personas. El impacto social del desarrollo de las NTIT es un tema muy estudiado desde hace varias décadas, pero el aporte novedoso de Echeverría es plantear la permanencia de los entornos natural y urbano y su convivencia con el entorno telemático. Asimismo, es interesante su preocupación por las modificaciones que es necesario encarar en el espacio educativo, tanto a nivel escolar como de las políticas educativas nacionales y globales, para garantizar el derecho universal a la educación en y para el E3, porque, sostiene, “el acceso universal a esos escenarios y la capacitación para utilizar competentemente las nuevas tecnologías se convierten en dos nuevas exigencias emanadas del derecho a que cualquier ser humano reciba una educación adecuada al mundo en el que vive”[3]. Las modificaciones son, básicamente, dos: diseñar nuevos escenarios donde los alumnos puedan aprender a moverse e intervenir en E3 y capacitar a las personas para que puedan actuar de manera eficiente. En conclusión, se trataría de implantar un nuevo sistema educativo en y para el tercer entorno.
Este nuevo entorno tiene ciertas características constitutivas a las que es preciso que la escuela (entendiendo por escuela todo el sistema de educación reglada y premeditada) se adapte. E3 no es presencial, sino representacional; no es proximal, sino distal; no es sincrónico, sino multicrónico; no se desarrolla en espacios cerrados, con fronteras que los delimitan, sino que se basan en redes electrónicas con nodos de interacción dispersos que no reconocen fronteras.
A partir de esta caracterización y de su preocupación por el derecho universal a la educación, directamente asociado a la construcción de una sociedad de la información justa y democrática, Echeverría plantea algunas cuestiones que no están definitivamente cerradas y que, al analizarlas, generan algunos interrogantes. Veamos algunas de ellas.
Estas nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones son el teléfono, la televisión, la radio, el dinero electrónico, las redes telemáticas –con Internet como la red más avanzada-, las tecnologías multimedia, los videojuegos y la realidad virtual. Todas ellas representan mucho más que un cambio en la forma de transmitir información y conocimientos, han provocado transformaciones estructurales en la forma de interactuar de las personas. El impacto social del desarrollo de las NTIT es un tema muy estudiado desde hace varias décadas, pero el aporte novedoso de Echeverría es plantear la permanencia de los entornos natural y urbano y su convivencia con el entorno telemático. Asimismo, es interesante su preocupación por las modificaciones que es necesario encarar en el espacio educativo, tanto a nivel escolar como de las políticas educativas nacionales y globales, para garantizar el derecho universal a la educación en y para el E3, porque, sostiene, “el acceso universal a esos escenarios y la capacitación para utilizar competentemente las nuevas tecnologías se convierten en dos nuevas exigencias emanadas del derecho a que cualquier ser humano reciba una educación adecuada al mundo en el que vive”[3]. Las modificaciones son, básicamente, dos: diseñar nuevos escenarios donde los alumnos puedan aprender a moverse e intervenir en E3 y capacitar a las personas para que puedan actuar de manera eficiente. En conclusión, se trataría de implantar un nuevo sistema educativo en y para el tercer entorno.
Este nuevo entorno tiene ciertas características constitutivas a las que es preciso que la escuela (entendiendo por escuela todo el sistema de educación reglada y premeditada) se adapte. E3 no es presencial, sino representacional; no es proximal, sino distal; no es sincrónico, sino multicrónico; no se desarrolla en espacios cerrados, con fronteras que los delimitan, sino que se basan en redes electrónicas con nodos de interacción dispersos que no reconocen fronteras.
A partir de esta caracterización y de su preocupación por el derecho universal a la educación, directamente asociado a la construcción de una sociedad de la información justa y democrática, Echeverría plantea algunas cuestiones que no están definitivamente cerradas y que, al analizarlas, generan algunos interrogantes. Veamos algunas de ellas.
“Aunque el derecho a la educación universal solo se ha logrado plenamente en algunos países, motivo por el cual hay que seguir desarrollando acciones de alfabetización y educación en el segundo entorno, [complementarias a las ya existentes. Ya no basta con enseñar a leer, escribir y hacer cálculos matemáticos…] lo cierto es que la emergencia del tercer entorno exige diseñar nuevas acciones educativas, empezando por los países más avanzados, pero sin olvidar a los países del Tercer Mundo, para quienes este tipo de política educativa puede ser una de las pocas alternativas efectivas contra la miseria creciente que les amenaza y les destruye […] Siendo altas las tasas de analfabetos funcionales en E1 y E2, sobre todo en los países del Tercer Mundo, la sociedad de la información requiere un nuevo tipo de alfabetización, o, mejor, la adquisición de nuevas habilidades y destrezas para intervenir competentemente en el espacio telemático”.
· ¿Por qué propone comenzar por los países más avanzados debido a los altos niveles de analfabetismo de los países del Tercer Mundo? ¿Está pensando en un efecto cascada, o en un progreso que debe respetar etapas, como en la ya vieja “teoría de la modernización”? ¿Acaso la historia no ha demostrado que lo que en realidad sucede es que se amplía vertiginosamente la brecha entre unos y otros? ¿Por qué no es posible pensar en alfabetizar –en términos de adquirir la capacidad de la lectoescritura- en un espacio y con recursos telemáticos? ¿Es válido seguir hablando de “países del Tercer Mundo” si el espacio se ha fragmentado y a la vez desterritorializado y hoy existen enclaves de alto desarrollo tecnológico en ciudades globales del hemisferio sur y bolsones de pobreza y escasa penetración tecnológica en países desarrollados?, ¿no es la gigantesca red de interconexiones telemáticas el nuevo “Primer Mundo”?
“El principal imperativo del derecho estatal a la educación reglada consiste en sacar a los niños de sus casas y de las calles durante unas cuantas horas diarias, trasladándolos a escenarios especialmente diseñados para desarrollar en ellos procesos educativos […] Dicho de otra manera, el derecho a la educación no solo es un derecho. En el segundo entorno, e incluso en el primero, también es una obligación. […] En la situación actual los niños y niñas vagan libremente por los nuevos escenarios telemáticos, aprendiendo exclusivamente en las calles y plazas del tercer entorno (cadenas de televisión, páginas Web, chats, etc.). Las escuelas están tardando en adaptarse al nuevo espacio social y los Estados no lo controlan […] Además de crear los escenarios telemáticos educativos (aulas virtuales, escuelas y universidades electrónicas, Intranets para la educación, programas televisivos específicos, videojuegos homologados y adecuados a las edades, etc.), hay una enorme labor de formación de agentes educativos por llevar a cabo. […] Pero todavía más importante es dilucidar quién va a ser el agente social para esa política educativa en el tercer entorno […]”.
· ¿Por qué está Echeverría excluye el aprendizaje del aula tradicional y el docente o el tutor no pueden compartir un mismo espacio con los alumnos para encarar la enseñanza E3? ¿No es una contradicción pensar como única alternativa la educación a distancia a través de medios virtuales si afirma que el entorno E3 convive con los entornos tradicionales en los que se ha desarrollado la educación? ¿No sería una buena posibilidad echar mano a la b-learning, sobre todo en una etapa de transición desde un modelo escolar rígido y conservador, en el que se halla cristalizada una lógica de adquisición del conocimiento sustentada en los roles de dador y receptor jerárquicamente delimitados? ¿Debe ser una obligación de la escuela E3 sacar a los niños y niñas de la telecalle, donde hasta ahora ellos han sabido socializarse espontáneamente y adquirir habilidades y capacidades de operar en ese entorno con mayor destreza que los adultos-docentes-agentes educadores? Si los Estados no logran tomar el control de la política educativa en el tercer entorno, hasta ahora en manos de las grandes empresas multimedia multinacionales (los “señores del aire”), ni consiguen el poder de veto, ¿podrá sostenerse el principio de derecho / obligación universal a la educación?
[1] Echevarría, Javier. “Educación y tecnologías telemáticas”. En Revista ibero americana de educación, N° 24, diciembre de 2000.
[2] Ibidem, pág. 20.
[3] Ibidem, pág. 17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario