domingo, 16 de noviembre de 2008

Pensar la educación en el tercer entorno


En su artículo publicado en la Revista ibero americana de educación[1], Javier Echeverría presenta la siguiente hipótesis: “ Las NTIT posibilitan la construcción de un nuevo espacio social, el tercer entorno (E3), cuya estructura es muy distinta a la de los entornos naturales (E1) y urbanos (E2) en donde tradicionalmente se ha desarrollado la vida social, y en concreto la educación”[2][1].
Estas nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones son el teléfono, la televisión, la radio, el dinero electrónico, las redes telemáticas –con Internet como la red más avanzada-, las tecnologías multimedia, los videojuegos y la realidad virtual. Todas ellas representan mucho más que un cambio en la forma de transmitir información y conocimientos, han provocado transformaciones estructurales en la forma de interactuar de las personas. El impacto social del desarrollo de las NTIT es un tema muy estudiado desde hace varias décadas, pero el aporte novedoso de Echeverría es plantear la permanencia de los entornos natural y urbano y su convivencia con el entorno telemático. Asimismo, es interesante su preocupación por las modificaciones que es necesario encarar en el espacio educativo, tanto a nivel escolar como de las políticas educativas nacionales y globales, para garantizar el derecho universal a la educación en y para el E3, porque, sostiene, “el acceso universal a esos escenarios y la capacitación para utilizar competentemente las nuevas tecnologías se convierten en dos nuevas exigencias emanadas del derecho a que cualquier ser humano reciba una educación adecuada al mundo en el que vive”
[3]. Las modificaciones son, básicamente, dos: diseñar nuevos escenarios donde los alumnos puedan aprender a moverse e intervenir en E3 y capacitar a las personas para que puedan actuar de manera eficiente. En conclusión, se trataría de implantar un nuevo sistema educativo en y para el tercer entorno.
Este nuevo entorno tiene ciertas características constitutivas a las que es preciso que la escuela (entendiendo por escuela todo el sistema de educación reglada y premeditada) se adapte. E3 no es presencial, sino representacional; no es proximal, sino distal; no es sincrónico, sino multicrónico; no se desarrolla en espacios cerrados, con fronteras que los delimitan, sino que se basan en redes electrónicas con nodos de interacción dispersos que no reconocen fronteras.
A partir de esta caracterización y de su preocupación por el derecho universal a la educación, directamente asociado a la construcción de una sociedad de la información justa y democrática, Echeverría plantea algunas cuestiones que no están definitivamente cerradas y que, al analizarlas, generan algunos interrogantes. Veamos algunas de ellas.


“Aunque el derecho a la educación universal solo se ha logrado plenamente en algunos países, motivo por el cual hay que seguir desarrollando acciones de alfabetización y educación en el segundo entorno, [complementarias a las ya existentes. Ya no basta con enseñar a leer, escribir y hacer cálculos matemáticos…] lo cierto es que la emergencia del tercer entorno exige diseñar nuevas acciones educativas, empezando por los países más avanzados, pero sin olvidar a los países del Tercer Mundo, para quienes este tipo de política educativa puede ser una de las pocas alternativas efectivas contra la miseria creciente que les amenaza y les destruye […] Siendo altas las tasas de analfabetos funcionales en E1 y E2, sobre todo en los países del Tercer Mundo, la sociedad de la información requiere un nuevo tipo de alfabetización, o, mejor, la adquisición de nuevas habilidades y destrezas para intervenir competentemente en el espacio telemático”.
· ¿Por qué propone comenzar por los países más avanzados debido a los altos niveles de analfabetismo de los países del Tercer Mundo? ¿Está pensando en un efecto cascada, o en un progreso que debe respetar etapas, como en la ya vieja “teoría de la modernización”? ¿Acaso la historia no ha demostrado que lo que en realidad sucede es que se amplía vertiginosamente la brecha entre unos y otros? ¿Por qué no es posible pensar en alfabetizar –en términos de adquirir la capacidad de la lectoescritura- en un espacio y con recursos telemáticos? ¿Es válido seguir hablando de “países del Tercer Mundo” si el espacio se ha fragmentado y a la vez desterritorializado y hoy existen enclaves de alto desarrollo tecnológico en ciudades globales del hemisferio sur y bolsones de pobreza y escasa penetración tecnológica en países desarrollados?, ¿no es la gigantesca red de interconexiones telemáticas el nuevo “Primer Mundo”?


“El principal imperativo del derecho estatal a la educación reglada consiste en sacar a los niños de sus casas y de las calles durante unas cuantas horas diarias, trasladándolos a escenarios especialmente diseñados para desarrollar en ellos procesos educativos […] Dicho de otra manera, el derecho a la educación no solo es un derecho. En el segundo entorno, e incluso en el primero, también es una obligación. […] En la situación actual los niños y niñas vagan libremente por los nuevos escenarios telemáticos, aprendiendo exclusivamente en las calles y plazas del tercer entorno (cadenas de televisión, páginas Web, chats, etc.). Las escuelas están tardando en adaptarse al nuevo espacio social y los Estados no lo controlan […] Además de crear los escenarios telemáticos educativos (aulas virtuales, escuelas y universidades electrónicas, Intranets para la educación, programas televisivos específicos, videojuegos homologados y adecuados a las edades, etc.), hay una enorme labor de formación de agentes educativos por llevar a cabo. […] Pero todavía más importante es dilucidar quién va a ser el agente social para esa política educativa en el tercer entorno […]”.
· ¿Por qué está Echeverría excluye el aprendizaje del aula tradicional y el docente o el tutor no pueden compartir un mismo espacio con los alumnos para encarar la enseñanza E3? ¿No es una contradicción pensar como única alternativa la educación a distancia a través de medios virtuales si afirma que el entorno E3 convive con los entornos tradicionales en los que se ha desarrollado la educación? ¿No sería una buena posibilidad echar mano a la b-learning, sobre todo en una etapa de transición desde un modelo escolar rígido y conservador, en el que se halla cristalizada una lógica de adquisición del conocimiento sustentada en los roles de dador y receptor jerárquicamente delimitados? ¿Debe ser una obligación de la escuela E3 sacar a los niños y niñas de la telecalle, donde hasta ahora ellos han sabido socializarse espontáneamente y adquirir habilidades y capacidades de operar en ese entorno con mayor destreza que los adultos-docentes-agentes educadores? Si los Estados no logran tomar el control de la política educativa en el tercer entorno, hasta ahora en manos de las grandes empresas multimedia multinacionales (los “señores del aire”), ni consiguen el poder de veto, ¿podrá sostenerse el principio de derecho / obligación universal a la educación?







[1] Echevarría, Javier. “Educación y tecnologías telemáticas”. En Revista ibero americana de educación, N° 24, diciembre de 2000.
[2] Ibidem, pág. 20.
[3] Ibidem, pág. 17.

Algunos interrogantes sobre la Web 2.0

El concepto Web 2.0 fue creado por O’Reilly en 2004 y se convirtió en un meme: una idea contagiosa que se propagó por la red casi como si fuera un virus.
En realidad, la creación del concepto fue un modo de dar forma y de enmarcar teóricamente un fenómeno y un conjunto de ideas que ya venían produciéndose desde unos cinco años antes y que representaban un profundo cambio para Internet y para la sociedad. La Web 2.0 es un cambio tecnológico pero también un cambio social.
“Según O’Reilly
[1], siete son los principios constitutivos de las aplicaciones Web 2.0: la Web como plataforma, el aprovechamiento de la inteligencia colectiva; la gestión de la base de datos como competencia básica; el fin del ciclo de las actualizaciones de versiones del software; los modelos de programación ligera junto a la búsqueda de la simplicidad; el software no limitado a un solo dispositivo, y las experiencias enriquecedoras de los usuarios” (Pardo Kuklinski[2]). Pero, a mi parecer, lo más interesante que aporta Pardo Kuklinski es que “se debe pensar a las aplicaciones Web 2.0 [My Space, Wikipedia, YouTube, etc.] como una estructura de tres vértices: tecnología, comunidad y negocio”. Los dos primeros aspectos se han combinado espontáneamente; nativos digitales con una profunda alfabetización digital se han apropiado de las posibilidades de las aplicaciones y de la lógica cooperativa que les propuso la Web 2.0 y tejieron (y están tejiendo) una red de intercambios e intercreatividad que no hace más que retroalimentar este modelo Web.
Pero, ¿qué ocurre con el mercado Web 2.0? Los grandes actores (un 20% del total) concentran las preferencias de los usuarios y se llevan el 80% de las ganancias y, según algunos analistas, podrían estar generando una nueva burbuja. Un buen ejemplo es el caso de YouTube (creada por dos estudiantes y afianzada por el aporte de los propios usuarios y de las sinergias con MySpace) que fue vendida a Google por 1.650 millones de dólares. Pero la Web 2.0 ha generado un fenómeno interesante, el de la “long tail” (Anderson, 2006
[3]). Este concepto hace referencia a las oportunidades comerciales y financieras que encontró el 80% restante de los participantes en el mercado al ubicarse en nichos específicos para satisfacer los intereses cada vez más diversificados y fragmentados de los usuarios.
Ahora bien, ¿cómo se combina la lógica de cooperación e interconectividad con el factor “negocio”, es decir, cómo lograrán obtener beneficios significativos las empresas que ofrecen el soporte y las aplicaciones que hacen posible la Web 2.0? En este aspecto, Pardo Kuklinski enfoca los factores cruciales: “Se trata de audiencias volátiles sin permeabilidad para recibir publicidad en forma agresiva, en entornos de empresas que aportan más datos que tecnologías, y que –excepto en casos emblemáticos como Amazon- tampoco son propietarios de esos datos. Con ese perfil de audiencias el modelo de negocio está aún por aparecer”. Para que ese modelo aparezca, opina Pardo Kuklinski (para el caso YouTube pero podría extenderse para el resto de las aplicaciones), hay dos cuestiones que resolver: construir un espacio publicitario real donde se respete el copyright sin dejar de lado el espíritu de las aplicaciones Web 2.0 y modificar la cultura de asignación publicitaria de las grandes empresas tal como está pautada para los medios masivos tradicionales, como la televisión.
Que la sociedad se ha modificado a nivel planetario por efecto de las nuevas tecnologías es innegable y esas transformaciones, que se registran tanto en los campos de la economía, de lo social, de la política, de las finanzas como en la cultura, además de lo propiamente tecnológico, permiten hoy hablar de una sociedad de la información
[4]. Sin embargo, ha quedado demostrado que esta nueva sociedad es una fase más del capitalismo (el “capitalismo financiero”, para algunos especialistas) y no su mutación en otro sistema de producción.
En este marco, podemos pensar algunos de los tantos interrogantes que quedan pendientes de respuesta: ¿qué futuro tiene la Web 2.0, cuyos principios parecen contradecir los del modelo de acumulación capitalista? Las grandes empresas involucradas en la Web 2.0 (como Google y Yahoo) ¿encontrarán mecanismos eficientes para hacer rentables las aplicaciones y las redes de intercambios en comunidad o simplemente autogenerarán otra burbuja financiera y su consiguiente estallido debido a las expectativas desmedidas, como ocurrió con las dotcom? Estos nativos digitales, partidarios del copileft, de la solidaridad y la cooperación en la comunidad virtual, de la simplicidad que permite la creación y la construcción de la inteligencia colectiva y el conocimiento universal, ¿trasladarán estos valores y actitudes a los ámbitos “reales” de sus vidas?

[1] O’Reilly, Tim (2005). Qué es la Web 2.0. En www.oreillynet.com
[2] Pardo Kuklinski, Hugo (2006). En: Planeta Web 2.0. Inteligencia artificial o medios fast food.
[3] Anderson, Paul (2007). Qué es Web 2.0. Ideas tecnologías e implicaciones en la educaci{on. En www.jisc.ac.uk
[4] Castells, Manuel (1996). La era de la información.

miércoles, 4 de junio de 2008

¡Lo tengo!

Acá está el blog. Ahora... ¡a trabajar!