El concepto Web 2.0 fue creado por O’Reilly en 2004 y se convirtió en un meme: una idea contagiosa que se propagó por la red casi como si fuera un virus.
En realidad, la creación del concepto fue un modo de dar forma y de enmarcar teóricamente un fenómeno y un conjunto de ideas que ya venían produciéndose desde unos cinco años antes y que representaban un profundo cambio para Internet y para la sociedad. La Web 2.0 es un cambio tecnológico pero también un cambio social.
“Según O’Reilly[1], siete son los principios constitutivos de las aplicaciones Web 2.0: la Web como plataforma, el aprovechamiento de la inteligencia colectiva; la gestión de la base de datos como competencia básica; el fin del ciclo de las actualizaciones de versiones del software; los modelos de programación ligera junto a la búsqueda de la simplicidad; el software no limitado a un solo dispositivo, y las experiencias enriquecedoras de los usuarios” (Pardo Kuklinski[2]). Pero, a mi parecer, lo más interesante que aporta Pardo Kuklinski es que “se debe pensar a las aplicaciones Web 2.0 [My Space, Wikipedia, YouTube, etc.] como una estructura de tres vértices: tecnología, comunidad y negocio”. Los dos primeros aspectos se han combinado espontáneamente; nativos digitales con una profunda alfabetización digital se han apropiado de las posibilidades de las aplicaciones y de la lógica cooperativa que les propuso la Web 2.0 y tejieron (y están tejiendo) una red de intercambios e intercreatividad que no hace más que retroalimentar este modelo Web.
Pero, ¿qué ocurre con el mercado Web 2.0? Los grandes actores (un 20% del total) concentran las preferencias de los usuarios y se llevan el 80% de las ganancias y, según algunos analistas, podrían estar generando una nueva burbuja. Un buen ejemplo es el caso de YouTube (creada por dos estudiantes y afianzada por el aporte de los propios usuarios y de las sinergias con MySpace) que fue vendida a Google por 1.650 millones de dólares. Pero la Web 2.0 ha generado un fenómeno interesante, el de la “long tail” (Anderson, 2006[3]). Este concepto hace referencia a las oportunidades comerciales y financieras que encontró el 80% restante de los participantes en el mercado al ubicarse en nichos específicos para satisfacer los intereses cada vez más diversificados y fragmentados de los usuarios.
Ahora bien, ¿cómo se combina la lógica de cooperación e interconectividad con el factor “negocio”, es decir, cómo lograrán obtener beneficios significativos las empresas que ofrecen el soporte y las aplicaciones que hacen posible la Web 2.0? En este aspecto, Pardo Kuklinski enfoca los factores cruciales: “Se trata de audiencias volátiles sin permeabilidad para recibir publicidad en forma agresiva, en entornos de empresas que aportan más datos que tecnologías, y que –excepto en casos emblemáticos como Amazon- tampoco son propietarios de esos datos. Con ese perfil de audiencias el modelo de negocio está aún por aparecer”. Para que ese modelo aparezca, opina Pardo Kuklinski (para el caso YouTube pero podría extenderse para el resto de las aplicaciones), hay dos cuestiones que resolver: construir un espacio publicitario real donde se respete el copyright sin dejar de lado el espíritu de las aplicaciones Web 2.0 y modificar la cultura de asignación publicitaria de las grandes empresas tal como está pautada para los medios masivos tradicionales, como la televisión.
Que la sociedad se ha modificado a nivel planetario por efecto de las nuevas tecnologías es innegable y esas transformaciones, que se registran tanto en los campos de la economía, de lo social, de la política, de las finanzas como en la cultura, además de lo propiamente tecnológico, permiten hoy hablar de una sociedad de la información[4]. Sin embargo, ha quedado demostrado que esta nueva sociedad es una fase más del capitalismo (el “capitalismo financiero”, para algunos especialistas) y no su mutación en otro sistema de producción.
En este marco, podemos pensar algunos de los tantos interrogantes que quedan pendientes de respuesta: ¿qué futuro tiene la Web 2.0, cuyos principios parecen contradecir los del modelo de acumulación capitalista? Las grandes empresas involucradas en la Web 2.0 (como Google y Yahoo) ¿encontrarán mecanismos eficientes para hacer rentables las aplicaciones y las redes de intercambios en comunidad o simplemente autogenerarán otra burbuja financiera y su consiguiente estallido debido a las expectativas desmedidas, como ocurrió con las dotcom? Estos nativos digitales, partidarios del copileft, de la solidaridad y la cooperación en la comunidad virtual, de la simplicidad que permite la creación y la construcción de la inteligencia colectiva y el conocimiento universal, ¿trasladarán estos valores y actitudes a los ámbitos “reales” de sus vidas?
[1] O’Reilly, Tim (2005). Qué es la Web 2.0. En www.oreillynet.com
[2] Pardo Kuklinski, Hugo (2006). En: Planeta Web 2.0. Inteligencia artificial o medios fast food.
[3] Anderson, Paul (2007). Qué es Web 2.0. Ideas tecnologías e implicaciones en la educaci{on. En www.jisc.ac.uk
[4] Castells, Manuel (1996). La era de la información.
domingo, 16 de noviembre de 2008
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